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Yo fui el número 11: breve crónica de un vacunado

El martes en que fui a vacunarme, la enfermera me dio el número 11. Había 27 personas en la fila, pero solo nos enumeraron a las 15 primeras: eran las cuatro y media de la tarde y el punto de vacunación cerraba a las cinco. No había tiempo para los otros.

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Vengan mañana, de nueve a cinco les dijo la enfermera a los 12 sobrantes, que se fueron protestando, pues cierto punto “X”, ejemplarmente, cerraba a las nueve de la noche. Dijeron que en este punto, en cambio, los funcionarios eran unos vagos y, sin duda, unos rateros.


La enfermera se encogió de hombros. Nos contó de nuevo y empezó a alargarnos el formulario de consentimiento a los 15.


Una vez sentados en la sala de espera, la enfermera descubrió, sin embargo, que ya no había 15 personas, como estaba segura de haber contado. Ahora había 16. Alguien se había colado en el grupo. Con todo, no fue difícil identificar a la intrusa: una mujer de vestido negro que se había puesto de primera en el turno para la vacunación.


La enfermera se le acercó y le preguntó si había hecho fila con los demás.


No, porque yo hice fila al mediodía dijo la mujer.


Es decir, ¿usted estuvo haciendo cola al mediodía, se fue, regresó ahora y se puso de primera, saltándose a los que estaban antes de usted? preguntó la enfermera.


No, yo estaba antes que ellos respondió la mujer—. Yo vine ahorita.


Ya, pero esa era otra fila. Si usted se fue a almorzar, perdió el turno. Ellos —nos señaló a nosotros— están haciendo fila desde las cuatro. No sería justo.


¿Injusto? ¡Injusticia la que ustedes cometen conmigo, que ya hice fila a las doce!


Resignada, la enfermera llamó al jefe del puesto, que le explicó a la mujer, con esas mismas y otras palabras, lo que le había dicho antes su compañera. La mujer se impacientó. ¿Por qué nadie entendía lo que era tan evidente: que ella había tomado fila al mediodía y que era absurdo que no la atendieran de primera, por encima de los 15 que habían llegado después?


De un momento a otro había tres funcionarios de gorro quirúrgico tratando de persuadir a la mujer número 16 de que la fila de las doce no era la misma que la de las cuatro, así como la del martes no era la misma que la del domingo. Cuando comprendió que no la iban a vacunar, la mujer se fue, no sin antes hacer una bola con el formulario de consentimiento y arrojarla al piso, irritada por la injusticia que estaba segura de haber sufrido a la vista de 15 testigos.


Tras este incidente, la vacunación se adelantó sin sobresaltos. A la media hora ya estábamos todos con nuestros algodones apretados contra el hombro y el certificado de vacunación con primera dosis de Moderna.


Hubo, por supuesto, muchachos que no se levantaron la manga sino que se descamisaron. Hubo quien preguntó si el mismo día de la inmunización se podían sostener relaciones sexuales. Hubo, también, filmación de videos para estados de WhatsApp e Instagram, como el que le grabó el vacunado número 13 al número 12.


Cuando se lo mande a mi mujer dijo el número 12 a la salida del puestono me va a preguntar dónde me vacuné, ni si me dolió, ni qué vacuna me pusieron. Yo la conozco. Me va a preguntar otra cosa.


¿Qué? preguntó el número 13.


Quién me grabó ese video.

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