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Una profesora en apuros

Memorias de la marcha de educadores.

Autor:Andrés Guzmán


En medio de la marcha una mujer se ha sentado en el suelo, sin importar el inclemente sol. Iba caminando en medio de la manifestación de docentes que tuvo lugar este 14 de febrero. Como acostumbro, lo primero que hice fue recoger los testimonios y luego me dispuse a tomar las fotos. Fue en este momento de mi día cuando la vi, una mujer de unos 155 centímetros de estatura, vestía un polo de la Adea y unos jeans. Cuando la vi sentarse en el andén me acerqué a preguntarle qué le sucedía, pues en su rostro se veía una expresión de dolor. - Ay mijito, la situación de los profesores va de mal en peor - respondió la desconocida ante mi interrogante - ¿puedes comprarme una botella con agua ahí al frente? Me dispuse a comprarla, mientras que pensaba en lo que le pasaba a la mujer. Regresé, le di la botella con agua y me senté a su lado a conversar con ella. Lo que me contó muestra un panorama realmente aterrador de lo que tienen que sufrir los docentes del Atlántico. Su nombre es Berenice Mercado Borja y trabaja en una institución educativa del distrito, cuyo nombre prefirió reservar. Cuando pregunté por su edad me respondió como la mayoría de mujeres tiende a hacerlo "eso no se le pregunta a una dama", frente a esto solo nos reímos tímidamente. Luego de conversar un poco sobre nuestros trabajos, la actual situación del país y un sin fin de temas varios, esta agradable mujer, en tono jocoso se dirigió a mí - ¿Quieres conocer mi triste historia verdad? - este interrogante me llegó al corazón, me hizo recordar que detrás de toda manifestación hay seres humanos sufriendo, vulnerados por las fuerzas del estado. No tuve las agallas para responder, solo asentí con la cabeza. Luego de hacerme saber en mi cara se notaba que su pregunta me había afectado, procedió a contarme lo que le pasaba, su historia, la historia que se repite en cada uno de los docentes, la historia de un gobierno incapaz de prestar un servicio de salud medianamente bueno, con el que se le brinde a los usuarios la atención básica y oportuna. La profe, como me comentó la conocen en su barrio, padece de una desviación en la columna, lo que le produce un fuerte dolor y le impide estar de pie en la totalidad de sus clases. Esto, sumado al estés que producen las extensas horas de trabajo, ha ido deteriorando su estado de salud. Hace 8 meses Berenice fue remitida por el médico general a una cita con el ortopedista, pero esta, a pesar de la insistencia de la maestra, no ha sido agendada. Lo que agrava esta situación es que tampoco le entregan medicamento para aliviar el dolor. En este punto es imposble seguir sin tener una lucha de sentimientos encontrados, los maestros como Berenice viven en condiciones inhumanas. ¿Cómo se le puede exigir a un maestro que brinde educación de calidad cuando pasan por estas situaciones? Una invitación hizo la educadora a toda la ciudadanía, salir a las calles y protestar, no solo por los derechos de los profesores, sino también, por los de los alumnos que también están siendo violados. Esta manifestación trajo a colación a mi mente aquella frase del reconocido cantante Calle 13, cuando la tiranía es ley, la revolución es orden. Berenice se levantó y siguió caminando. En medio de la marcha una hombre se ha sentado en el suelo, sin importar el inclemente sol y vio como ese gran grupo de personas marchaba exigiendo sus derechos.

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