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Las plazas de mercado: comercio, historia, tradición y cultura en un solo lugar


Descubriendo las plazas de mercado en Barranquilla


La plaza de mercado de la calle 30, combina espacios de venta de frutas, verduras, abarrotes, especias, carnes y otros productos que provee la ciudad.


Es frecuentada por trabajadores del mercado, clientes y, más recientemente, turistas internacionales que han descubierto en el mercado un lugar que vende frutas exóticas y diferentes experiencias de viaje.


Foto: cortesía


Me envolvió la manera sagaz con la que los vendedores logran atraparte y venderte sus productos, “Vecina 7 guineos verdes en 2.000 barritas, grandes y verdecitos”, “bajó el guineo maduro, 6 guineos maduros en 2.000 pesitos” fueron algunas de las promociones que escuché, mientras caminaba por las calles del Centro Comercial o Mercado central Miami, en el centro de Barranquilla.


Sin duda, también es un sitio que entre su gente guarda muchas historias, es imprescindible descubrir todas en una sola visita, aunque ya muchos hemos ido a este lugar, no siempre lo miramos desde esta perspectiva.


Hace un par años lo visitaba y casi siempre me quejaba, desde la afluencia de personas (casi todas iban empujando) que transitaban por las estrechas calles rodeadas de puestos y vendedores ambulantes, hasta el olor del ambiente. Se debe a algunos productos con olores fuertes y penetrantes como el pescado, o de los caños y/o arroyos descubiertos cerca del lugar que emiten olor a fango.


Se observa sin tapujos la pobreza que existe en el lugar, el olor tan peculiar que tiene es tan propio del significado de abandono y carencias.


Esta vez fue un poco diferente, -la palabra poco en su máximo esplendor-pues ya no es un sitio tan concurrido, los arroyos y caños persisten, los alimentos frescos  y la variedad de artículos importados siguen siendo atractivos característicos.


Aquí se encuentran bodegas y graneros, que venden al por mayor y al detal, a un precio totalmente razonable, esto lo hace destacarse económicamente. “Aquí vienen comerciantes de cualquier tipo, a buscar abastecimiento para sus locales de barrios y/o comerciales”, expresó María Barrios, mientras sacudía la mesa dónde comercializa sus frutas.


Mientras muchos barranquilleros descansan en sus casas, para los trabajadores de esta zona apenas inicia el día, desde aproximadamente 12 de la madrugada comienzan a llegar camiones con frutas, legumbres, verduras, carnes, pescados y pollos totalmente frescos. Que serán comercializados aproximadamente desde las siete de la mañana.


Un lugar de historias


“Yo entro a las cuatro de la mañana, mi función es limpiar y organizar los alimentos que están en cajas y canastas, que han sido descargadas por mis compañeros que llegan a las 12 de la madrugada”, comentó Viviana Navas, de 52 años, trabajadora de uno de los graneros del sector.


Su día inicia a las tres de la mañana, se baña y alista. A las 3:30 toma un carro, casi siempre intenta hacer colectivo con compañeros que viven en sectores aledaños para que le salga más económico el transporte. Su jornada laboral inicia a las cuatro de la mañana y finaliza a las cuatro de la tarde, esto solo por el salario mínimo, el incentivo por horas extras es el almuerzo.


La edad, los estudios no culminados y la poca experiencia, hacen vulnerables a los trabajadores de esta zona para aplicar a otro tipo de empleo, es como buscar una aguja en un pajar.


“Tengo más de 10 años trabajando aquí, las necesidades y ganas de sacar a mi familia adelante son las que me tienen de pie. Yo quisiera otro tipo de empleo para ayudar y darle una mejor vida a mi hija que está enferma de tiroides y tiene una hija, ella no puede trabajar en el momento. Juntas vivimos en las moras-soledad, pero a esta edad y sin estudios es imposible”, confesó Viviana, mientras le corrían lágrimas por su rostro, que secó mientras su sonrisa penosa adornó el duro momento.


Luego, te encuentras de todo un poco, es una diversidad entre el montón de personas que están allí. Indigentes, vendedores ambulantes, negociantes, el que carga los bultos, los graneros, las personas que van cargando con el montón de bolsas,  el que se tapa la nariz por el olor a pescado, carnes, viseras , y demás.


La cantidad de perros callejeros y al final se llega a la conclusión que es la realidad en la que vivimos, un mundo lleno de diversidad, de historias diferentes, con puestos diferentes en la historia de la vida.


Para la antigüedad que tiene este centro comercial, es muy completo, lleno de establecimientos que tienen años de estar posicionados en el mercado  muchos desde la creación de Miami, generaciones de familias que están ubicadas en ese sitio hace años, los almacenes repletos de personas que se dirigen allá a comprar, desde joyas, juguetes, ropa, decoraciones, calzado, restaurantes en los que consumen los trabajadores de los mismos locales, y todos los visitantes.


“Tengo más de 12 años de estarme ganando la vida arreglando relojes, así en las afueras del centro comercial Maimi ,gracias a Dios y este trabajo he podido sacar a mi familia adelante, la comidita y el estudio no han faltado”, comentó José Luis Paternina, de 55 años.


Las reseñas que dan las personas sobre el lugar al preguntarles ¿porque les gusta comprar aquí? Coinciden en que los precios son muy cómodos, productos frescos en tendencias, y que por lo general los compradores de mayor impacto son negociantes, que compran al por mayor.


Incluso, María Teresa Martínez, de 40 años, empleada del local Rogel, afirma que aunque la pandemia bajó las ventas, el lugar nunca dejó de ser habitado por los compradores, y que es un centro comercial que tiene mucha acogida. “En pandemia nunca se dejó de vender, pero esto lo llevo a dejar de ser concurrido. Ya no queda nada prácticamente de hace unos años, que todos (comerciantes, trabajadores, estudiantes, niños, entre otros) los ciudadanos venían a visitar y comprar”, dijo María.


La modernidad de los nuevos centros comerciales le han quitado protagonismo a este “Por ejemplo, los centros comerciales te venden más marca, y que aunque estos también estén siendo afectados por la inflación, al ser un lugar con más higiene y atractivos a la mirada del público, hacen que está plaza de mercado pierda clientes, expresó María Teresa.


Mientras los trabajadores de la Zona Miami, se preocupan por el bajo desempeño de las ventas; causas que ha traído la inflación y aumento de dólar.


Así mismo,  al visitar una plaza de mercado de algún centro comercial, puedes notar de inmediato las diferencias, un lugar agradable, desde su vista, hasta el olor ambiental.


Donde las personas caminan tranquilas disfrutando cada pasillo, maravillando el aire acondicionado y escogiendo las frutas y verduras a sus gustos y necesidades. Los trabajadores que transitan por los pasillos van uniformados, y se vende mucho el papel de la higiene. Aclarando que cada uno se estos privilegios tienen un costo adicional que se ve reflejado en la compra de cada uno de los productos.


Un impacto para la economía y progreso de nuestra Ciudad, importante para todos los entrevistados que piden a gritos no dejar morir las tradiciones.


Por su parte, Doña Magalí Bujato, de 72 años, considera que el centro se ha convertido en un lugar inseguro, donde los indigentes que allí habitan se aprovechan para hacer de las suyas, acompañados del sol, el ambiente tenso, son una escena de terror en la no se logra imaginar. 


“Desde hace 8 años dejé de visitar el centro. La última vez que fui casi me atracan, hacía mucho sol, llegué a mi casa preocupada, ensopada, nerviosa y muy cansada, de lo que me tocó correr cuando ví a un indigente acercase a mi con un palo”, mencionó Magalí mientras se tapaba sus ojos y con su cabeza emitía el movimiento referente a un no.


Son tantos los recuerdos que les trae a cada uno, que piden que el centro Comercial Miami no quede en el olvido, que por su parte garanticen la seguridad que es primordial y sean invertidos recursos.


“Yo no quiero que esta zona muera,  sin duda mi niñez y juventud moriría con ella. Cada día decae más, los que nos visitan prácticamente son los comerciantes y queremos seguir atendiendolos a todos, no solo comerciantes sino a toda la comunidad barranquillera”, Finalizó Don José.

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