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El invierno: riesgo permanente de una tragedia

REGIÓN CARIBE ORG realizó la cronología de los últimos cinco años de invierno en el departamento del Atlántico

El invierno es una época que para algunos suele ser de felicidad y alegría. Es una época que se presta para noches de juegos y días en casa con la familia. El invierno puede ser la mejor estación del año para muchos; eso sí, siempre y cuando haya un techo sobre sus cabezas y comida caliente sobre sus mesas, pues, ¿a quién le gustaría pasar un frío y húmedo invierno sin la calidez y el confort de su hogar? O peor aún, ¿a quién le gustaría pasar un invierno con las medias mojadas y el agua al cuello? La respuesta es clara, a nadie. Todos queremos y deberíamos poder tener la garantía de que al llegar la época invernal a nuestros países podremos protegernos de las inclemencias del clima, pero lastimosamente esto no siempre sucede así, la realidad es otra, muchas personas luchan cada invierno por sobrevivir a la fuerza de la naturaleza, la cual en muchas ocasiones, arrasa con todo a su paso.

Por todo lo anterior, REGIÓN CARIBE ORG realizó un barrido de medios en el cual se evidencia como en los últimos cinco años muchos municipios del Atlántico han tenido que sufrir la dureza de las olas invernales y todo lo que estas conllevan.


Algunos municipios han quedado "casi" bajo el agua. Foto: cortesía

2017.

Ponedera

Más de 30 familias de este municipio sufrieron las inclemencias del clima. Luego de más de tres horas de fuertes lluvias, las barreras artesanales que los ponederenses ponían en sus viviendas cedieron ante la fuerza del agua que amenazaba con entrar y dañar todo a su paso. Los sectores más afectados fueron la Candelaria, San Jorge y San Francisco, barrios ubicados en el casco urbano de la población.

En los reportes realizados por los ciudadanos afectados, afirmaron haber perdido la mayoría de sus enseres, pues, manifestaron que el agua los tomó por sorpresa, ya que no esperaban que la fuerza fuera suficiente para entrar a sus hogares. Hoy día, ninguna de las cosas que se perdieron en esa ocasión fueron repuestas a estas familias que sufrieron la perdida de lo que con esfuerzo habían podido conseguir.

Este municipio atlanticense suele sufrir en invierno, pues está localizada a orillas del río Magdalena y recibe las corrientes de otros municipios.

Sabanagrande

El 2017 tampoco fue el mejor año para los sabanalargueros ya que la ola invernal que hubo causó no solo el pánico y la desesperación de las personas, sino también pérdidas millonarias. Este año, las inundaciones que se presentaron en el municipio dañó el cultivo de más de 40 familias campesinas.

Pese a que los afectados realizaron los reportes correspondientes a las autoridades competentes antes de que el lamentable hecho sucediera, nadie actuó, por lo que al final, fue muy tarde y se terminó perdiendo más de 80% de algunos cultivos, los cuales eran los frutos de meses de trabajo y la única forma de ingreso que muchas familias tenían para llevar el pan a su mesa.

Posterior al hecho, las autoridades locales comenzaron a llevar “ayudas”; sin embargo, para los campesinos “ya no valían de nada”.

"Ahora que estamos inundados, ya para que de las ayudas, nosotros necesitamos que existen medidas de protección para evitar que se nos pierdan los cultivos, ellos deben reparar los muros de contención para evitar esta emergencia que nos afecta todos los años", manifestó Argemiro Casare, líder campesino del Municipio de Sabanagrande.


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Ilustración de inundaciones. Foto: cortesía

2018.

La Playa

Este corregimiento vecino de la capital del Atlántico también sufrió grandes pérdidas económicas causadas por inundaciones. Como bien se sabe no todas las inundaciones son provocadas por la fuerza del río Magdalena o el Canal del Dique, algunas catástrofes invernales suceden también por la ineficiencia de los alcantarillados, los cuales se quedan cortos ante las fuertes y prolongadas lluvias que caen.

En esta ocasión, La Playa tuvo alrededor de 60 casas inundadas, contando las del barrio Villa Campestre ubicado en la parte posterior del corregimiento, el cual también se vio afectado.

Los ciudadanos afirmaron en su momento que pese a que no fue la primera vez que esta situación se dio, si fue la primera vez que sufrieron tantas perdidas, pues, según ellos, muchos electrodomésticos quedaron inútiles luego de estar sumergidos varias horas en algunos centímetros de agua.

Barranquilla

La capital del Atlántico no podía quedarse por fuera. En el 2018 más de 10 barrios reportaron a los distintos medios de la ciudad fuertes inundaciones. Los barrios Santodomingo y Granadillo fuero los más afectados, pues fueron los habitantes de estos barrios quienes alzaron su voz para exigirle a las autoridades que mejorasen los alcantarillados para que tuvieran la capacidad suficiente para recibir los galones de agua que caían del cielo.

El Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) informó que, en esa ocasión, las fuertes lluvias se debieron a una baja presión.

Un largo tramo de La Cordialidad también se vio afectado, los vecinos del sector precisaron que la inundación de las casas fue grave; sin embargo, según ellos, lo peor fue las lagunas “antihigiénicas” que las lluvias produjeron.

“Aquí llueve y los enormes huecos se llenan de agua, ocasionando así infecciones, enfermedades y malos olores”, explicó Pablo García, residente de la zona.

De igual forma, el barrio Recreo se vio afectado, pero en esta ocasión las víctimas no fueron las viviendas sino los vehículos que se encontraban estacionados en las aceras de la calle, pues, más de 40 vehículos cedieron ante las aguas y fueron arrastrados barrio abajo, llegando algunos incluso a aparecer varios días después y otros sufrieron daños millonarios.


Ilustración de inundaciones. Foto: cortesía

2019.

Malambo

El desbordamiento de un arroyo fue letal para los malamberos en el año 2019. Los barrios El Manguito y Centro fueron los más afectados. Cerca de 23 familias reportaron a las autoridades y a los medios de comunicación que sus casas estaban totalmente inundadas y que el agua “les llegaba a las rodillas”. Según esta comunidad, fue la primera vez que la situación fue tan grave, pues aseguraron que incluso las camas más altas sufrieron daños con el agua.

“El agua subió tanto que la cama y lo que había encima de ella quedó totalmente mojado. Algunos enseres se dañaron, se dañaron abanicos, neveras, los enfriadores de las tiendas, cosas que o no alcanzamos a levantar o simplemente no podíamos o no teníamos donde poner. Fueron perdidas muy graves y tristes”, aseveró Mabel Pérez, habitante de Malambo.

Soledad

En Soledad un arroyo también causó “dolores de cabeza”, los vecinos de este sector del Atlántico aseguraron que año tras año la situación con los arroyos “empeora más y más”. En esta ocasión el agua entro a algunas viviendas y aunque los daños no fueron millonarios como en otros municipios, muchas personas aseguraron que por no estar en sus viviendas algunas cosas se alcanzaron a dañar.

Puerto Colombia

Las autoridades de este municipio intentaron tomar cartas en el asunto con la ola invernal del 2019. Pusieron algunas vallas que bloquearan el paso del agua que se metía directamente del mar, pero no fue suficiente ya que los habitantes de este municipio playero sufrieron las inclemencias del clima y terminaron teniendo de igual forma, pérdidas materiales sumamente graves.

Según explicaron a medios locales, los más afectados fueron los dueños de las casetas ubicadas en la playa porteña, pues algunos cuentan con equipos de sonido muy costosos que no pudieron ser rescatados a tiempo, algunos terminaron dañándose por completo y otros solo parcialmente, pero casi todos sufrieron daños económicos.

“Yo tengo una caseta acá y mi ‘picó’ sufrió graves daños. El cableado eléctrico se mojó totalmente y aunque intentamos secarlos manualmente, muchas partes quedaron totalmente dañadas”, precisó Ismael Romero, comerciante del sector.


Ilustración de inundaciones. Foto: cortesía

2020. IOTA

El 2020 fue un año difícil no solo para el departamento del Atlántico sino para toda la región Caribe, este fue el año del huracán IOTA, el cual causó daños gravísimos a nivel nacional, en especial en los municipios y ciudades ribereñas. Al menos 4.200 familias en 18 municipios en el departamento fueron gravemente afectados.

Villa Rosa

Los campesinos del corregimiento de Villa Rosa, en Repelón, sufrieron una lamentable pérdida: más de 2 mil hectáreas de cultivos quedaron totalmente inútiles debido a IOTA.

Por su cercanía con el río Magdalena, estos municipios siempre son los más afectados, y mayormente sus cultivos son los que pagan todas las consecuencias.

En esa ocasión fue necesaria la intervención de las autoridades para que se realizara un censo y se determinaran cuantitativamente todos los daños.

El vocero del sector, Eduardo Majul, afirmó que pese a que sabían lo que estaba sucediendo, poco o nada pudieron hacer para evitar que las fuerzas de la naturaleza arrasaran con su trabajo de meses.

Santo Tomás

Más de 1.500 familias sufrieron la increíble fuerza de IOTA, una cifra aterradora teniendo en cuenta que la población de este municipio rondaba en ese entonces los 25.000 habitantes.

La mayoría de familias afectadas fueron las que colindaban con un dique de protección de ciénaga, lo que impidió que el agua de la lluvia fluyera con normalidad, causando así todos estos estragos.

La ciudadanía alzó su voz para ser atendidos, y pese a que si recibieron algunas ayudas municipales, aseguraron que esas ayudas no fueron suficientes.

Juan de Acosta

La Subsecretaria de Gestión del Riesgo, Candelaria Hernández explicó que otras afectaciones se reportaron también en el municipio Juan de Acosta.

La funcionaria aseguró que por su ubicación geográfica convergen en él varios arroyos y que por ello las inundaciones se producen con tanta rapidez.

Pese a que no hay una cifra exacta de cuantas familias fueron afectadas por IOTA en Juan de Acosta, se sabe que más de 50 reportaron daños materiales graves.


Ilustración de inundaciones. Foto: cortesía

2021.

Palmar de Varela

Las intensas lluvias también afectaron a Palmar de Varela. En este municipio atlanticense alrededor de 100 familias reportaron inundaciones en sus viviendas y cultivos. Afirmaron a los medios de comunicación locales que pese a que ya sabían de la fuerza del huracán, no esperaban que los daños fueran tan graves.

En esa ocasión, se realizó una evaluación de la emergencia con la Defensa Civil con el fin de prestar ayuda a las familias damnificadas.

Usiacurí, Piojó y Luruaco

La subsecretaria de Gestión de Riesgo del Atlántico, Candelaria Hernández, manifestó que estos tres municipios fueron también fuertemente golpeados por IOTA. Aseguró que más de 280 familias resultaron damnificadas en al menos siete municipios del departamento.

Según Hernández, el desbordamiento de los arroyos fue en muchas ocasiones el causante de los estragos, pues la fuerza de IOTA fue abismal.


Ilustración de inundaciones. Foto: cortesía

2022.

Santa Lucía

Este año que va corriendo ha sido el protagonista de un invierno “aterrador” no solo para la región sino para todo el país e incluso otros.

Son muchos los municipios que actualmente se encuentran “con el agua al cuello”, tanto así que han realizado manifestaciones cerrando vías y bloqueando entradas. Tal es el caso de Santa Lucía, este municipio del sur del Atlántico ha sido “víctima” de la ola invernal que está ahora mismo en esta parte del país.

Según los moradores de este municipio los daños han sido muchos, pues el río Magdalena y el Canal del Dique cedieron ante la fuerza de la naturaleza y “bañaron” por completo a Santa Lucía.

Las autoridades locales y departamentales han intentado crear planes de Gestión del Riesgo; sin embargo, los ciudadanos siguen reportando inundaciones.

El alcalde de este municipio, Rehunsen Martínez ha estado activo en las redes sociales pidiéndole al Gobierno nacional que tome cartas en el asunto.

Suan

Para los suaneros no ha sido nada fácil ver como sus pertenencias quedan destruidas por el paso del agua; por ello, decidieron acompañar al resto de municipios que están a orillas del río para protestar a las autoridades que les ayuden a darle alguna solución a la problemática que están viviendo.

Los ciudadanos de este municipio explicaron a través de redes sociales que tanto las viviendas como los cultivos e incluso el ganado han sido víctimas de las fuerzas del río que ha arrasado con muchas cosas luego de su desborde.

Actualmente, los suaneros siguen exigiéndole al Gobierno que tomen cartas en el asunto pues, según ellos, año tras años se presentan inundaciones.

Campo de la Cruz

El panorama no es muy distinto en Campo de la Cruz que en el resto de municipios del sur del Atlántico, todos o casi todos sufrieron graves afectaciones, y como el invierno aún no ha llegado a su fin, los ciudadanos temen que situaciones peores puedan ocurrir.

Los moradores de este sitio han afirmado sentirse impotente al ver como poco o nada pueden hacer ante las fuertes inundaciones que hay actualmente.

Pese a que las autoridades han intentado “tomar medidas”, han sido insuficientes para contrarrestar los daños que ha dejado a su paso la actual ola invernal.


Ilustración de inundaciones. Foto: cortesía

Opinión de un experto

Ante esta situación, REGIÓN CARIBE ORG se comunicó con el ingeniero civil Augusto Sisa para conocer cuál es la razón principal por la que año tras año este tipo de eventos suceden de la misma forma en la región, especialmente en los municipios del sur del Atlántico que están ubicados en inmediaciones del río Magdalena y el Canal del Dique.

¿Por qué sucede?

El profesional explicó que, pese a que este tipo de inundaciones no deberían seguir pasando, es importante recordar que ningún río es estático, pues siempre están en movimiento, por ende, es lógico que el caudal del río “siempre busque por donde salir”. No obstante, Sisa aseguró que los motivos por los cuales el agua termina desbordándose e inundado los municipios son variados.

“No es una sola cosa, es una combinación de muchos elementos. Es difícil echarle la culpa a una sola cosa. Lo primero que hay que tener en cuenta es que los ríos necesitan poder fluir, en algunos momentos va a subir en otros va a bajar y eso es normal”, indicó el ingeniero.

De igual forma, Sisa afirmó que los municipios del sur del Atlántico y sus alrededores en un inicio fueron zonas de pescadores; sin embargo, con el tiempo las personas comenzaron a darse cuenta de que la agricultura y la ganadería dejaban más ganancias económicamente hablando, y por ello, decidieron comenzar a “secar” las tierras para cultivar allí. No obstante, se dieron cuenta de que cultivar esas tierras no era fácil, pues el suelo no era tan apto.

“Hay un plano más o menos de los años 90 en donde se determinó que esos suelos no eran aptos para cultivos sino los que están más hacia los lados de Baranoa y Sabanalarga; sin embargo, hoy día es todo lo contrario, donde más hay ganadería y cultivo es hacia el sur del Atlántico”.

Fue así como los pobladores de esos municipios ribereños decidieron continuar allí y sembrar, pese a que dio resultados, los terrenos siguieron siendo inundables y lo son hasta el día de hoy.

Asimismo, el profesional en ingeniería precisó que estos municipios están demasiado cerca al río, aseguró que el espacio que hay entre el río y las zonas habitadas es muy poco, por lo que es lógico que cada vez que el río se desborda no tarde mucho en meterse a las zonas habitadas.

¿Qué se puede hacer para mermar la situación?

Sisa aseguró que la única solución viable es lo que han tratado de hacer las gobernaciones: asegurar las estructuras de protección que conectan el río y el Canal con los municipios inundables. Precisó que estas obras son las que se realizan en países del primer mundo y son las que funcionan; sin embargo, también explicó que llevar a cabo este tipo de obras “no es nada económico”. Son obras costosas y no tan fáciles de hacer, pues por la cercanía que hay entre el rio y los municipios las murallas que dividen no son garantía, ya que, así como en ocasiones los niveles del agua pueden subir solo un poco, habrá ocasiones en las que no se podrá prever con certeza hasta donde subirán los niveles.

Sin lugar a dudas el invierno puede ser una época desoladora y preocupante para muchos, pues aún en la actualidad hay personas que no cuentan con las condiciones básicas para vivir sin tener que preocuparse de que “les llegue el agua al cuello”. Ahora es responsabilidad de las autoridades competentes tomar cartas en el asunto para que este tipo de situaciones desafortunadas no sigan presentándose.


Fuentes: Caracol Radio, Blu Radio, EL HERALDO, EL UNIVERSAL, RCN Radio, Telesur, Alerta Caribe, Zona Cero, Ing Augusto Sisa.

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