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Cuatro episodios en la carrera del irreverente Oswaldo Mackenzie

El exmediocampista, que fue campeón con Junior en 1993 y 1995, nació en un día como hoy, hace 49 años. Esta nota relata, en cuatro episodios, sus inicios en el fútbol y algunos momentos destacados con el equipo de Barranquilla.


Oswaldo Mackenzie jugando para el Junior en 1995. Foto: Cortesía de Oswaldo

I. “Mi hijo no es ningún choncho”


Luego de ver que la Selección Atlántico terminara campeona nacional del Torneo Infantil en 1987, no solo sin perder ningún partido sino ofreciendo espectáculo en cada victoria, los directivos del Deportivo Independiente Medellín tomaron una resolución tiránica: comprar a todos los jugadores de ese equipo.


Allí estaban, entre otros, William Fiorillo, Víctor Danilo Pacheco, Henry Zambrano y Oswaldo Mackenzie. Al final, varias de las negociaciones se frustraron y solo tres de los jugadores inicialmente pretendidos acabaron en Medellín.


Uno de los descartados fue Mackenzie. La razón no fue su baja estatura, como en el caso de Pacheco, sino la oposición de su papá, el viejo “Chicho”. Cuando los directivos del Medellín, en cabeza de Hugo Castaño, fueron a buscarlo Barranquilla para comprarle el pase de su hijo, “Chicho” se descompuso.


¡No, señor! —dijo—. ¡Mi hijo no es ningún choncho pa’ venderlo!

La tosudez del padre de familia no interrumpió, sin embargo, la carrera promisoria de Mackenzie, ya que al mismo tiempo la señora Blanca, madre del jugador, empezó a negociar en secreto, con el presidente del Junior, la vinculación de su hijo al equipo de Barranquilla.



II. Llegar, irse y volver


Oswaldo debutó como jugador profesional en Junior, en 1990, con 17 años, cuando el técnico era Hugo Gallego. En su primer partido, jugó contra Once Caldas en Barranquilla y anotó un gol de penal.


Al año siguiente, Julio Comesaña reemplazó a Gallego en la dirección técnica de Junior. Para Mackenzie fue difícil ganarse un espacio en un equipo con jugadores de la calidad de Javier Ferreira, César Calero y Víctor Pacheco, así que fue cedido al Real Cartagena en el 92, pero con este equipo desciende a la segunda categoría.


Oswaldo, entonces, regresa a Barranquilla en 1993. Tenía 20 años. El técnico del Junior seguía siendo Comesaña.



III. "El que esté caga'o que lo diga y yo entro por él"


En su segunda etapa en el equipo, las cosas fueron diferentes. Afirma Mackenzie que desde el primer día se hizo respetar. Inclusive, cometió la irreverencia de pedirle a Fabio Poveda Márquez que lo incluyera en el afiche oficial junto a dos de las estrellas principales del Junior: el Pibe Valderrama y Pachequito.


En la segunda temporada de ese año hubo un partido memorable. Jugaba Junior contra Nacional en el Atanasio Girardot de Medellín, y, al finalizar el primer tiempo, iban perdiendo 3-0.


Nacional nos estaba pegando un paseo bravo —recordó Mackenzie— y en el camerino empezamos a pelear. Valderrama regañaba a todo el mundo. Antes de salir al segundo tiempo, les dije a mis compañeros: “El que esté caga'o que lo diga y yo entro por él”.

Todos carcajearon, pero Oswaldo hablaba en serio. Comesaña terminó por mandarlo al campo luego de unos minutos. Esa sustitución fue vital para la recuperación del equipo, que marcó 3 goles. El resultado final fue 3-3.



IV. “Van a ver cómo se juega”: el título del 93


Solo cuatro días después de la hazaña de aquel empate, Junior debió jugar contra el América de Cali. El equipo buscaría ganar ese partido decisivo y obtener el campeonato. Comesaña, persuadido por su presentación sobresaliente en el Atanasio Girardot, le anunció a Mackenzie que saldría como titular. “Me puse alegre”, cuenta Oswaldo, “y les dije a los compañeros: ‘Van a ver cómo es que se juega’”.


No es necesario que vuelva a relatar aquí los pormenores de ese partido: su vértigo, su angustia y su éxtasis. Básteme recordar que Mackenzie, en último minuto, marcó el gol con el que el Junior se granjeó la tercera estrella de su historia.


A propósito de ese gol, el Pibe, que fue quien dio el pase, diría:


—Lo que hizo Mackenzie no es fácil. Si soy yo, le meto un platanazo. Y si es Valenciano o el Niche, otro platanazo. Pero Mackenzie no se asustó: tenía personalidad. Amagó tranquilamente, se sacó a Óscar Córdoba y definió.

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