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Cartagena de Indias: Bohemia e inspiradora

Por: Ángela Pertuz López




Centro histórico, Cartagena de Indias – Fotografía: Angela Pertuz


Uno vuelve siempre al viejo sitio donde amó la vida, pero, qué sucede cuando, sin conocerlo con anterioridad, ya te sientes parte de él por una conexión casi inexplicable, una tan grande que, incluso, provoca que la sangre vibre y las raíces griten por estar ahí.


Era mi primera vez en Cartagena de Indias, y solo bastó llegar para saber que estaba conectada a mis antepasados afrodescendientes y a las letras que por un extraño hilo me hacían pertenecer a su color, a sus ráfagas de vientos bañadas por el mar caribe, al aroma de sus flores, a sus historias labradas en cada detalle, al nombre de sus calles, a la inmensidad de sus casas y al sol ardiente que da vida al lado de su música.




Calle de Angosta, Getsemaní Fotografía: Ángela Pertuz


Yo pertenecía a aquellas secuelas de una historia que estaba latente en cada paso. Y es que sucede algo inexplicable con Cartagena de Indias: por momentos parece que se estuviese caminando en una película épica o simplemente volviendo a ella a través de las letras de Gabo. Es inexplicable la sensación predominante de irrealidad. Un Macondo resguardado en la colonia. Es como si se caminara en un universo paralelo, fuera del tiempo en que vivimos.





Torre del reloj, entrada Ciudad Amurallada y Plaza Santo Domingo, Centro Histórico Fotografía: Ángela Pertuz


Se trata de un universo completo recreado por un mago de las letras, Gabriel García Márquez, quien a través de versos convertidos en prosa nos lleva a un viaje lleno de realidad y revestido de fantasía; por ello, a la hora de hablar de literatura se convierte en regla de tres sencilla mencionar a este hijo del Caribe y, a su lado, la colonial Cartagena de Indias, ciudad que lo vio crecer en su labor como periodista y escritor.

Quizá su inspiración la halló en los abrazos del mar Caribe, o en el sol perpetuo del medio día, o solo en la magia guardada en cada calle regocijada en colores vivos y en el verde resplandeciente que brota sin cesar de los jardines coloniales llenos de arbustos reposados en los balcones de las grandes casonas. Aquellas, siguen siendo el hogar del Doctor Juvenal Urbina, de Fermina Daza o Florentino Ariza, en El amor en los tiempos del cólera.



Jardines que asemejan cascadas en balcones - Fotografía: Ángela Pertuz


Y es de esperarse. Cartagena enamora y así como enamora queda anclada en el corazón. Lo decía nuestro premio Nobel de literatura, Gabriel García Márquez: “En Cartagena me vuelvo a sentir yo mismo”. Razón tenía: en ella uno vuelve a su esencia, aquella que se conecta con los recuerdos y experiencias que, tal vez no hayan sido vividos en carne propia, pero se llevan en la sangre.


A través de las letras de Gabo en El amor en los tiempos del cólera, este pedacito de tierra bohemia quedó inmortalizada en la literatura nacional e internacional. Al ser descrita como mágica, misteriosa y surrealista por el autor. Y al evocar el sentir Caribe resguardado en su gente: “[…]Nacidos y criados bajo superstición Caribe de abrir puertas y ventanas para convocar un aire fresco que en realidad no existía, el doctor Urbino y su esposa se sintieron con el corazón oprimido por el encierro […]” y su estrecha relación con la Cartagena real ceñido al olor de las almendras amargas como mensajero de desventura cuando de amor se trata, tal como se reitera en el desarrollo de los amores contrariados de Fermina Daza y Florentino Ariza en la novela, El amor en los tiempos del cólera.



Casa Colonial en el Centro Histórico de Cartagena - Fotografía: Ángela Pertuz


Sensaciones que también se experimentan en la obra, Del amor y otros demonios y su imagen recurrente en el aquel entonces, arrabal de Getsemaní, lugar donde vivían los esclavos de la época de la colonia. Hoy barrio “cool” situado en proximidades de la ciudad amurallada y sitio comercial en el que se vive la máxima experiencia en cuanto a la interculturalidad. Es el lugar predilecto por turistas para quedarse y disfrutar del Caribe colombiano en su máxima expresión. Allí la vida es a otro nivel. Te haces amigo de personas con quienes compartes la misma habitación en el hostal, o de quienes coinciden contigo en La plaza Trinidad.



Hostales en calle San José, en Getsemaní - Fotografía: Ángela Pertuz


Allí en la Plaza Trinidad, en las Murallas o a la orilla del mar se ve reflejado el sentimiento de libertad que invade tanto lo terrenal como lo sensorial. En estos escenarios se respira la fuerza libertaria por la que un día luchó Blas de Lezo.



Muralla en el Centro Historico – Fotografía: Ángela Pertuz


Era mi primera vez en Cartagena de Indias, pero bastó para sentir que pertenecía a ese lugar, a su naturaleza, a su historia, a los amores contrariados de Florentino Ariza y Fermina Daza, y a cada escrito de Gabriel García Márquez. Y cómo no hacerlo, si muchos fuimos retratados con pinceladas de realidad con cuerpos ajenos en sus obras.



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