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Los héroes sin capa están en los escenarios del Barranquijazz


Autor: Andrea Hasselbrinck Es el 23 el número mágico, el que está de moda por estos lares, son los años que lleva de existencia el festival del Barranquijazz recordándonos una de las vértebras que hace parte de la columna encargada de sostener y darle sentido a eso que por tanto tiempo llamamos música. Es una concepción común que el jazz es solo para eruditos, intelectuales y grupos sociales selectos, cuando fueron los subyugados esclavos quienes contribuyeron en el génesis de este género, como una expresión de su tan anhelada liberación en los barrios de La Ciudadela de New Orleans. ¿ Qué hizo diferentes a los afro de Estados Unidos a los nuestros? ¿Por qué en Latinoamérica no se dio el mismo movimiento o al mismo tiempo? La respuesta es simple, no somos los mismos, el contexto no es el mismo, las personas no son las mismas, y lo más importante, la cultura no es la misma. Las expresiones son similares, tienen toques que en ciertas piezas se evocan unos a otros. Pacho Galán y Lucho Bermúdez no son jazz, sin embargo, en ciertas obras como Aguardiente del maestro Bermúdez podemos notar la clara cercanía que tiene con el jazz y el aporte de la música tropical en ella. Para nadie es un secreto que la música, así como la vida misma, es una fusión de lo que somos todos, es por eso que un saxofonísta como Stan Getz tenga un álbum con los maestros del bossa nova João Gilberto, Astrud Gilberto y Antônio Carlos Jobim. Asimismo, el nacimiento del latin jazz con exponentes como Paquito D’Rivera, Tito Puente, Mongo Santamaría, Poncho Sánchez, Eddie Palmieri , todo el combo de los virtuosos integrantes de Irakere, entre otros. No hay ningún inconveniente en admirar a artistas como Miles Davies, John Coltrane, Duke Ellington o Chet Baker así como Ray Barreto, Pete Escovedo, Bebo Valdez, Frank Emilio Flynn, Alfredo Rodríguez, y quien quita que el vecino que hoy toca esa trompeta desafinada el día de mañana pueda irse becado para alguna universidad prestigiosa de música en el exterior. Existe una diferencia entre gustar y amar, eso siempre sucede a la hora de trabajar, se escoge una profesión por alguno de estos tres motivos: - Me gusta - Me apasiona - Eso da plata

Dependiendo de donde vivas, si vas a estudiar música la última no es opción, pues un gran número de expresiones culturales tienen que trabajar con las uñas para poder subsistir. Pocas veces se tiene la oportunidad de presenciar tanta gente apasionada por su trabajo toda junta, eso pasa con los artistas (en especial los de aquí) , escoger una profesión de esta rama no puede ser por mero gusto, debe ser por pasión, y ayer, los asistentes a la inauguración del Barranquijazz que se llevó a cabo en el teatro de la Universidad del Atlántico pudieron vivir esa experiencia. Ese conjunto de músicos apasionados y comprometidos con lo que hacen estaban reunidos en un mismo espacio, y muchos hasta compartieron escenario. Todos, como unos héroes sin capa, les brindaron horas de felicidad a aquellos que los vieron , usando como arma su súper poder especial, la música. Mónica Giraldo y sus Amigos, con guitarras, batería, tambor alegre y un bailarín que se caracterizó por parecerse al nombre del instrumento anterior le dieron inicio a la velada con un recorrido por las sonoridades y personas que allí se encontraban, incluyendo una de las canciones de su álbum Al Oído titulada Río Arriba Río Abajo, dedicada al río Magdalena. La conmoción se apoderó del lugar por un momento, pues nadie se esperaba que en el marco del festival de jazz se escucharan los acordes de aquel vallenato que dice “ si supiera que la quiero volvería por esta tierra, al pueblo Ciénaga de Oro donde tiene quien la quiera” que se interpretó con tanto sentimiento que cantar ese coro era algo inevitable. En el entretiempo de 20 minutos, se creería que los espectadores se acercarían a las primeras filas a saludar o visitar a los artistas de talla internacional como Paquito D’Rivera, Caetano Veloso, Pierre Bertrand , pero, el acercamiento fue para indagar más sobre esos personajes que estaban desbordando todo su sentir allí a través de sus instrumentos. Al regresar, paulatinamente fueron apareciendo un grupo de muchachos en el escenario. Con instrumento en mano y sonrisa reluciente se ubicaron en sus lugares entre bromas y risas, como si aún estuviera en la prueba de sonido y no en la presentación, con aquella naturalidad en la que sabían que ese espacio y esa gente era suya. No fue sino que el lider del sexteto, Gonzalo Lubo, tomara su saxofón y empezara a tocar para obtener el silencio total del auditorio. Las notas que emanaban de aquel instrumento de viento eran tan magestuosas que desde la lejanía tenían la atención de todos los que lo escuchaban y veían admirados de una belleza de tal magnitud. Lentamente se incorporaron los instrumentos, de lo que se pensó que iba a ser jazz puro al estilo de Quincy Jones, terminó siendo algo que solo podía ser comparado con ellos mismos, pues esa interpretación era solo suya, con destellos de música tropical se lograba saber que aquellos que se encontraban frente a nosotros eran los integrantes del Gonzalo Lubo Sextet. Así como Monica y sus Amigos, ellos también nos regalaron un viaje ida y vuelta con todos los gastos pagos a algunos de los ritmos más atractivos de la región, incluyendo la champeta, siempre, con su estilo personal, con ese algo que los hace únicos, diferentes, Gonzalo Lubo Sextet. Además, cada integrante tuvo la oportunidad en todas las piezas de mostrar “de qué era capaz” con un momento en el que deslumbraban a los espectadores con las hazañas de sus habilidades con los instrumentos. Si este fue el abrebocas del festival y solo mostraron una parte de la cuota nacional, no puedo ni imaginar lo que viene para el resto de días, creo que es mejor ir y averiguarlo

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