top of page

La Cueva de los recuerdos

Huellas de elefantes enmarcadas en cristal sobre la entrada, dos agujeros de disparos en un cuadro de Obregón pintado a mano sobre la pared blanca y un son de salsas y boleros llegando a tus oídos.

Foto: Fabiana Duque


La Cueva es un bar-restaurante, en el que ese aire nostálgico de los años 50 hace presencia transportándote en el tiempo. El ingreso al lugar una gran fotografía en color sepia ocupa toda la pared junto a un taburete, sillas y mesas de madera sobre unas baldosas en blanco y negro que se asemejan a un tablero de ajedrez.


El tiempo aquí parece que se hubiese detenido hace 70 años. No solo se disfruta de la gastronomía y de la buena bebida, sino también del arte y la cultura de la ciudad que le da vida al lugar con esas máscaras en papel maché que aluden tanto al Carnaval de Barranquilla. Siendo un baúl de los recuerdos, en las paredes se encuentran famosas fotografías en blanco y negro en las que cada rostro tiene una historia que más adelante contribuiría a la divulgación de la vida y la obra de los creadores que conforman el llamado “Grupo de Barranquilla”.

Foto: Fabiana Duque


Alrededor de 1950, un grupo de intelectuales como Gabriel García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Alejandro Obregón, Alfonso Fuenmayor, German Vargas, Alfredo Delgado, Carlos de la Espriella, Ramon Vinyes y Orlando Rivera, conversaban de arte, de periodismo y literatura en librerías y cafés. Este “grupo al que no le gustaban los grupos”, a falta de recocha, ron y tabaco en sus tertulias, uno de sus integrantes -Alfonso Fuenmayor- propuso ir al bar de mala muerte de su primo-hermano Eduardo Vilá llamado “La tienda El Vaivén” y a partir de ahí se consolidaron literatos, artistas, entre otros.


Eduardo Vilá, sobrino de José Félix Fuenmayor, con ganas de un espacio privado para sus amigos, fundó ese bar en la sala de su casa. Era un hombre devoto a la caza y este lugar fue un espacio para aquellos aficionados que se deleitaran con la cacería.


Todo era monótono, pero con la llegada de los bohemios, “El Vaivén” dio un giro de 180 grados. Una de sus tantas anécdotas que hay, es la de Alejandro Obregón trayendo un elefante de un circo porque en una madrugada de borrachera llegando al bar, Eduardo no le quiso abrir y solo accedió a venderle trago si le traía un elefante que le tumbara la puerta; para la suerte del pintor cerca del bar habia un circo y le pagó al domador para que llevara el elefante a la puerta. También Obregón por ser muy bromista con Toto Movilla, este no estaba de buen humor y en represalia a una de las bromas que le hizo Alejandro, le dio dos tiros al cuadro pintado en la pared por Alejandro.

Foto: Fabiana Duque


Estos amigos amantes de la literatura, el periodismo y bebedores de ron, whisky y cerveza, prolongaron su estadía y Vilá reescribió la historia de El Vaivén como “La Cueva”. A finales de los sesenta, Eduardo fue atacado en la cabeza y el lugar cerró ocasionando que la casa pasara por muchas manos hasta que Heriberto Fiorillo acogió La Cueva convirtiéndola en Fundación para así reabrir sus puertas al público en 2004 siendo el único restaurante – bar como Patrimonio Nacional de Colombia y cuentan con un libro (Crónicas del grupo de Barranquilla de Heriberto Fiorillo) que sus trabajadores muestran con orgullo.


Actualmente, la Fundación La Cueva se ha encargado promover la internacionalización de la cultura colombiana y de divulgar la vida y la obra de los creadores que conforman el llamado “Grupo de Barranquilla” y además de ser un restaurante – bar, apoya el talento de varios artistas a través de eventos como el carnaval internacional de las artes que durante los últimos años ha sido un éxito y este 2023 lleno todas las expectativas de sus organizadores respecto a la pandemia del Covid-19 siendo un gran orgullo para ellos como fundación.

La Cueva de las memorias “nunca habitará las sombras del olvido” porque se encumbró por enaltecer la amistad, por mamar gallo, por amar el arte y la literatura... Esa es La Cueva, donde una lámina te recibe con la frase “nadie aquí tiene la razón”.

bottom of page